Wednesday, April 19, 2006

Trenes perseguidos por ovnis - USA

El maquinista Donald Mc Donald –conocido universalmente como “Mac” por razones obvias– se había criado en el montañoso estado de Virginia Occidental y lo conocía palmo a palmo. Sus estrechos valles y los altos puentes transitados por su ferrocarril de carga eran tan familiares como los pasillos de su propia casa.

Pero lo desconocido le tendió una celada en 1975. Mc Donald, un fogonero y un frenero transportaban una carga de once mil toneladas de carbón desde las minas de Virginia Occidental hacia el puerto de Baltimore a lo largo del célebre “17-mile grade” una pendiente inclinada que representaba un desafío para cualquier tren, y una situación casi heróica para los cien vagones que integraban el convoy carbonero.

El viaje estaba tomando lugar sin novedades una noche estrellada hasta que una luz fulgurante apareció de la nada para colocarse en la vertical de la locomotora.

Según el testimonio de “Mac”, obtenido tras una entrevista con el investigador Bob Teets, ni el ni su tripulación pudieron ver la fuente de la potentísima luz que bañaba no sólo la locomotora sino el campo circundante.

Pensaron que se trataría de algún helicóptero, pero no tardaron en darse cuenta de la total ausencia de sonido.

El convoy prosiguió su ascenso del 17-mile grade mientras que la luz permanecía sobre la locomotora. En ningún momento se atascaron los poderosos motores diesel del aparato ni hubo ninguna reducción en su capacidad de tracción.

El maquinista y sus ayudantes pasaron los cinco minutos más largos de sus vidas hasta que la luz se apagó y el viaje prosiguió sin interrupciones. “Sospecho que se trataba de alguna especie de ingenio militar secreto, cosa de la Guerra Fría. Por supuesto, pudo haber sido un OVNI, pero sé muy poco sobre ambas cosas.”

Curiosamente, ese mismo año otro maquinista tendría un encuentro más escalofriante con lo desconocido: a las tres de la madrugada el 22 de febrero de 1975, Filippo Simone y su frenero Antonio Milella, desplazándose entre las ciudades italianas de Bari y Nápoles, llegaron a una recta para presenciar con terror que una luz se dirigía directamente hacia su locomotora a lo largo de los rieles: seguramente se trataba o del gran faro de otra locomotora que transitaba en sentido opuesto.

Totalmente incapaces de evitar el inminente choque de sus enormes máquinas, Simone y Milella se quedaron totalmente atónitos al ver que la luz se levantaba de la vía para desaparecer sobre sus cabezas. ¿Se trataba de la misma luz en ambos casos? No existe manera de saberlo.

Pero dos décadas antes de cualquiera de estos casos, un incidente involucrando un tren y un OVNI cobrarían fama mundial y pasaría a formar parte de la casuística OVNI de los años ’50. A las tres y veinte de la madrugada el 3 de octubre de 1958, el tren de carga 91, de cincuenta y cinco vagones, se desplazaba entre las ciudades de Monon e Indianápolis en el estado de Indiana (EUA).

En la cabina del tren viajaban el maquinista Henry Eckman y sus dos ayudantes, Cecil Bridge y Morris Ott. A esas horas de la madrugada, el convoy había sonado su klaxon al llegar a un cruce nivelado conocido como Wasco –un punto en la oscuridad sin ningún pueblo cercano– cuando la tripulación percibió la presencia de cuatro luces en el cielo que parecían moverse en formación de “V” abierta. El frenero Cecil Bridge informó a sus compañeros sobre el hecho, convirtiéndose en testigos del extraño fenómeno.

Las luces cruzaron la vía a cierta distancia del tren, dejándose ver claramente como cuatro grandes luces blancas, y prosiguieron hacia el este, perdiéndose en la oscuridad.

Pero regresaron de manera inesperada y súbita, sorprendiendo a los tres ferrocarrileros. Bridge decidió alertar al conductor del tren, que se encontraba en el furgón de cola, sobre lo que estaba pasando.

Las cuatro esferas de luz sobrevolaron el tren en fila india, mostrando interés aparente por los vagones que formaban el convoy. Según el testimonio de Bridge, las cuatro luces parecieron posarse sobre la vía después de sobrevolar el tren. “Nos dimos cuenta también,” dijo Bridge en su entrevista con el legendario periodista Frank Edwards, “que cambiaron de color.

Eran de color blanco al encenderse pero al reducir su velocidad mudaron su color a un amarillo y luego a un color anaranjado sucio cuando se desplazaban muy lentamente.”


Más interesante aún es el hecho de que Bridge y sus compañeros se valieron de sus grandes linternas para hacer señales a los objetos desconocidos. “Hicimos parpadear nuestras linternas y las sacudimos. Pensamos que eso haría que las luces se acercasen más, y de hecho lo hicieron, aunque no puedo asegurar que el acercamiento haya sido producto de nuestras señales.”

El avistamiento tuvo una sorprendente duración de una hora y diez minutos hasta que el convoy llegó a las cercanías de Kirklin, pblacion al noroeste de Indianápolis. Las juguetonas luces siguieron al convoy de lejos antes de desaparecer completamente. El incidente de Monon y las descripciones claras y sin ambages de sus protagonistas llevaron a Richard Hall, investigador principal de la organización NICAP, a decir: “Las maniobras coordinadas en formación, la reacción a los haces de luz, y el seguimiento del tren de carga sugieren alguna clase de inteligencia por parte de las extrañas luces.”

No hay duda de que misterio parece estar interesado en los trenes –no tanto los de pasajeros, como sería de esperar, sino los de carga. Tenemos historias de trenes perseguidos por OVNIS, trenes fantasma y trenes que se desvanecen en la nada. El escritor C.D.B Bryan recoge una anécdota estremecedora de la investigadora Linda Moulton-Howe en la que un tren de carga con docenas de vagones repentinamente se elevó en los aires hasta desaparecer. Todas las crónicas de asuntos forteanos y “alta extrañza” incluyen el testimonio de un tal Dr. Humphries quien citaba la experiencia de un testigo que vio a un torbellino levantar una locomotora de la vía y depositarla intacta en otra vía, pero en sentido contrario....

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